miércoles, 25 de octubre de 2006

Código de Venganza (O D de Da Vinci)

Vi “El Código Da Vinci” en devedé y me gustó. Vi “V de Venganza” y también me gustó. Qué tanta weá.

En el primer caso leí el libro y lo encontré re entretenido, pero ni cagando me entusiasmé tanto como para ir psicoseándome leyendo la Biblia. De hecho, creo que hay varios libros relacionados con el tema que son mucho mejores (como “El Caballo de Troya” de J. J. Benítez, “El Cáliz y la Espada” de Rlane Eisler o “La Profetiza” de Barbara Word).

Y como libro en sí, no es el nuevo Don Quijote tampoco. De hecho, me agradó que en la película Forest y Amelie no se besaran, ya que la relación originalmente era mucho más obvia: “Hola, yo soy rico e inteligente y tú eres rica y heredera de Jesucristo, así que descifremos el gran misterio de la humanidad y comámonos”. Pfff.

A veces, eso de “El libro es mejor” puede ser un mero tabú. No defiendo la película a muerte, para nada. Pero me entretuvo sus buenas horas, al igual que el libro. Supongo que si ése era el fin de esta película, entonces ¿Para qué tanto color digo yo? El lector al que le desagradó la película debe haber estado ultra engrupido con la weá.

Por otro lado, con “V from Vendetta” me pasó otra cosa: Encontré minazo a mr “V”. Sisisi, ya sé que nunca se le vio la cara y que bajo toda la ropa no había un erótico y aceitado macho, sino que un weón todo traumado y quemado en un fucking accidente. Pero no me importa, porque igual era sexy. Apuesto a que Manuel Rodríguez también lo era.

Mesiánico o no, igual el personaje la llea’. Y es verdad lo que dijo un don alguien por ahí: “A todas las minas les gustó esa película”.

¿A qué voy con todo esto? Pues tengo entendido que ninguna de estas dos películas fue favorecida por la crítica (no estoy segura en el caso de la segunda), pero igual gustaron. O quizá no, porque el medio igual te predispone a la hora de ir al cine. No hay mucha libertad en eso, conciente o inconcientemente.

Quizá un crítico tenga basta experiencia cinéfila, quizá se ha pajeado viendo a la princesa Leia durante toda su infancia, qué me importa. Puede saber muchos datos técnicos, y al final de sus días no habrá podido disfrutar de verdad cada película que vio, porque toda su vida esperó al nuevo “Ciudadano Kane”.

Creo en la mediocridad del cine cuando el equipo que realizó la película en verdad no tenía un fin más que vender. Puede que el fin sea hacer llorar, reír, gritar, etc. Pero si es “gustar”, me parece mula. La crítica debería fijarse tanto en la película como en el espectador, y en ellos mismos como espectadores también. ¿Qué les causó el film? ¿Los hizo pensar?

Hace poco pude ver “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos” y debo reconocer que lloré un poco. O no sé si lloré, pero sí me angustié.

“Amelie” puede que este más que trillada, pero muchas veces me subió el ánimo.

Cuando chica, lloraba a mares con “El Rey León” y cuando la volví a ver, casi me mato con la muerte de Mufasa.

Entonces, ¿Qué coño critican los críticos de cine? ¿Mera técnica? ¿Una canción es mejor que otra porque hay lógica armónica, porque esta bien grabada, porque es tonal o modal, porque la letra rima? ¿Un libro es mejor que otro porque tiene más palabras complejas o porque es más largo?

A estas alturas no es que no importe el medio. Es sólo que, a veces, me gustaría que también se valorara el fin.

p.d: Si suena demasiado generalizada esta crítica a los críticos, pues sorry. No me gusta creer que todos son iguales, pues sé que no lo son. Al que le toca, le toca. Y al que no, pues tóquese.

jueves, 5 de octubre de 2006

I Love Lomo!!!

El 2004 fue un año especial para mi. Entre otras cosas, terminé el colegio.
Pero hay un hecho en particular que me hace recordar aquel año:
Mi hermana llegó un fin de semana con un documental sobre la historia de la Lomografía.

La historia de este movimiento fotográfico se encuentra disponible en la embajada lomográfica chilena. Intentaré hacerles un “mini resumen”:

LOMO, Fabrica Rusa de Armas y Ópticos, creó una cámara llamada Lomo Compakt Automát para que todos en la Unión Soviética tuviesen una. “La cámara del Pueblo” y weá.
En fin. La Unión Soviética cagó. Las cámaras igual. Pero en Viena, años más tardes, unos compadres se compraron algunas de estas cámaras en una tienda de cosas usadas, viejas, pal pico, etc. Comenzaron a sacar fotos desde la cadera, hacia cualquier lado, o por sobre las cabezas, por ejemplo (y a veces miraban por el lente). Cuando revelaron las fotos, cacharon una volá más o menos: como la empresa Lomo no tenía tradición en lentes fotográficos, sino que de telescopios, las imágenes salían algo distorsionadas, los bordes oscurecidos y los colores saturados. Es así como inventaron la LOMOGRAFÍA: ESTILO FOTOGRÁFICO QUE SE REALIZA, DE PREFERENCIA, CON CÁMARAS MARCA LOMO, Y CUYAS REGLAS SON LAS SIGUIENTES:

1- LLEVA TU CÁMARA A TODOS LADOS
2- ÚSALA A CUALQUIER HORA, DE DÍA O DE NOCHE
3- LOMOGRAFIAR NO INTERRUMPE TU VIDA, LA PONE EN ESCENA
4- DISPARA DESDE LA CADERA
5- ACÉRCATE LO MÁS QUE PUEDAS AL OBJETO DE TU DESEO LOMOGRÁFICO
6- NO PIENSES
7- SÉ RÁPIDO
8- NO NECESITAS SABER QUÉ TIENES EN LA PELÍCULA
9- DESPUÉS TAMPOCO
10- NO TE PREOCUPES POR NINGUNA REGLA


Actualmente, existen muchos tipos de cámaras lomo (Incluso las hay con varios lentes).
Yo me rallé con todo esto y no fue hasta mi cumpleaños nº 20 que conseguí mi codiciada Lomo Colorsplash. Desde entonces que no he dejado de fotografiar y gastar un dineral en revelado (aunque, con esto de las cámaras digitales, la cosa se ha vuelto mucho más barata). Pueden ver algunas de mis primeras lomofotos en mi fotolog o en mi flickr y decir qué tal voy.

Ése es el porqué de “Lomofilia”: porque AMO LA LOMOGRAFÍA Y QUÉ TANTA WEÁ, XUXETUMARE.