sábado, 17 de febrero de 2007

Crónicas Nasales, II parte

Antes de empezar la segunda parte (y final) de la historia que les venía relatando, quería contarles un chiste que me dio harta risa:

“un curao se sube a una micro y dice: “¡YA, MIERDA: TODOS LOS DE ESTE LAO SON CONCHESUMARES Y LOS DE ESTE OTRO SON MARICONES”. Entonces, se levanta un tipo que estaba sentado en el lado de los maricones y dice: “¡pero si yo no soy maricón!” y el curao responde…” el final del chiste estará al final del post.

Ok, sigamos con la historia:

Ya estaba todo listo para que operaran mi fucking nariz.

La isapre había como medio mes en aprobar todo (Hijos de puta: les conviene no cubrirme la weá. Por eso se pajean con mis exámenes, detalle por detalle, para tener justificaciones pa no cubrir los gastos de la operación. Pero cagaron esta vez, porque en mi nariz estaba la media cagá).

Pero bueh, sigamos: Y de la nada llegó el día de la operación. Como tenía que estar en ayuno, moría por una empanada de marisco queso. No sé porqué andaba con ese tonto antojo.

La weá es que estaba retorciéndome de hambre y no hallaba la hora en la que pudiesen operarme luego, para después poder comer una jalea que sea.

Osea: de nervios había nada. Pura ansiedad y hambre.

Y me pusieron en la camilla y me llevaron al pabellón. El anestesista me hablaba intentando meter conversa pa poder dejarme aweoná, pero me daba paja hablarle. Quería puro que me metiera la cosa luego… la anestesia, claro. Nada de anestesistas violadores, por favor.

Y de la nada abrí los ojos y desperté en una sala de recuperación, con yeso en la cara y la garganta más seca que la rechucha. “AGUAAAA” decía. Una enfermera me daba a gotitas con un algodón: “no puedes beber ni comer nada hasta las 11 de la noche, porque puedes vomitarlo todo” decía la muy conchesumadre. Yo taba recagadísima de sed, ya que tenía la nariz totalmente cubierta y sólo respiraba por la boca. A todo esto, me operaron tipo 4 pm y desperté a las 6 y media (lo sé porque me chantaron un tremendo reloj inchaweas en la pared del frente).

Me llevaron a mi estupenda habitación del hospital naval, donde estaba mi vieja y mi madrina. Ambas leían la historia de Ornela en The Clinic (o como xuxa se llame la mina ésa, la puta con harto billete). Yo todavía andaba media volá, así que tuve las medias pesadillas con esa loca.

Al día siguiente volví a mi casa. Los primeros dos días fueron horribles: uno, por la garganta. Estaba reseca y molestaba. Dos, porque tenía prohibido masticar y mover mucho la boca, así que mis fantasías con empanadas estaban ultra postergadas. Y tres, por los malditos dolores de cabeza. Creo que fueron lo peor de todo. Pero después de un par de días todo se volvió mucho más piola.

Cuando llegó el día de sacarme el yeso, no lo podía creer: ¡ESTABA CON MÄS MOCOS QUE NUNCA! Tenía que drenar toda la mierda que tenía dentro de esa nariz y más encima no podía sonarme, así que a puro llopo no más. Asqueroso, todavía ando en esa.

Este lunes tengo control con la doctora. No la he visto desde que me sacó la tontera de la nariz. Definitivamente, eso ha sido lo peor de este post operatorio. ¡Ni se imaginan cómo es la sensación de que te saquen esos tampax de la nariz! Es la weá más cerda que me ha pasado. No sé si era dolor. No lo sé… sólo sé que fue asquerosísimo.


Y sigo drenando mocos y sangre. Ayer se cumplieron tres meses desde la operación. Por fuera estoy igual, miren:

Ok, ok: lo del pelo fue un arranque que me bajó. Quería que fuese verde, pero mi vieja se atacó.

¿Y la nariz? Todavía molesta un poco al tocarla, pero todo ha sido re piolita. La verdad es que no me quejo de mucho, salvo que no me puedo sonar todavía y estoy chata de que me miren feo en la calle cuando boto los gargajos con sangre… naaah, mentira: me encanta hacer el show y meterle harto ruido antes de botarlo, jeje.

Ahora sólo me queda cachar qué me dirá la doctora. Nada nuevo, supongo. Ojalá termine luego esta congestión y pueda seguir grabando el fucking disco de mierda, que lo tengo ultra postergado.

Y ése fue el fin de la historia. ¿Quieren el final del chiste que les contaba al inicio de este post? Ok, acá va:

…y el curao responde: “¡ENTONCES SIENTATE ACÁ PO; CONXETUMARE!”.

Plop.

viernes, 2 de febrero de 2007

Crónicas Nasales, I parte

Operarme la nariz ha sido toda una experiencia. Una no muy recomendable, que digamos. ¿Les cuento mi historia?

1997 fue un año muy importante para mí por dos razones: primero, porque fue el año en el cual decidí que estudiaría música, y segundo, porque acá comenzó mi drama alérgico.

Estuve vacunándome casi dos años contra el ácaro del polvo y la weá nunca mejoró.

De a poco fui desarrollando una suerte de “asma crónico” que me aparecía pocas veces, pero que cuando atacaba me dejaba la cagá.

¿Resultados? Me quedé pegada en altura. Mido 1.52 desde los quince años y mi asquerosa capacidad respiratoria puede haber sido una de las culpables. Además, tuve que desarrollar una suerte de “olfato” a través de la boca. ¡en serio, se puede oler con la lengua!

Pero yo creía que se podía vivir con eso. Incómodo, claro, pero no había mucho que hacer más que tomar a diario los antialérgicos que me correspondían.


Ahora hagamos un salto hacia el año 2004: Valeria estaba en cuarto medio y en el conservatorio de la Universidad de Valparaíso, dándose cuenta de lo molesto que es respirar al cantar si no entra aire por la nariz.

Nunca había notado lo molesto que era para el canto, hasta ése entonces. El wen rollo de confort se había vuelto mi compañero infaltable en cada clase.

Otro salto temporal hacia el año pasado, 2006: Valeria se resfría y le duele la garganta. Voy al primer doctor que encuentro. Por azares de la vida (Y de Megasalud) llego a manos de doña Tatiana Espinoza, otorrina, quien le hecha una miradita a mi nariz y me dice: “¡uuuuy, tienes el tabique desviado y los *cornetes gigantes, niña! ¿Cómo respirai?”
Valeria se sorprende, nunca había notado que su huesito estaba chueco por dentro (de hecho, ni siquiera se notaba por fuera). Pero el tema queda en el olvido… o más bien en el inconciente.

Después de un tiempo volví a la consulta de la doctora para preguntarle más al respecto y ella me receta un inhalador. Dice que si me funciona, todo bien, y que si no, que debería operarme para corregir la desviación y recortar los cornetes. Esto fue como en julio. Dice que la vuelva a visitar en diciembre para ver los resultados nasales y weá.

Vuelvo en diciembre igual a como estaba en julio. La doc me manda a hacerme unos exámenes. Ella dice “si la cosa es como yo creo que es, tu lado derecho debería estar más tapado que el izquierdo”.

Abre el sobre del scanner y suelta un grito así como “VALEEEEEEEEEEEEERIA, ¡tienes el tabique en forma de S, casi ni entra aire!”
Mi vieja gritó “NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO” y saltó sobre el escritorio de la doctora y patió su figurita de una oreja de yeso, los papeles y la foto de sus dos hijos… mentira. Sólo me miró con cara de lástima y le preguntó a la doctora: “¿la puede operar este viernes?” y ahí yo grité “NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO” y salté sobre el escritorio de la doctora y patié su figurita de una oreja de yeso, los papeles y la foto de sus dos hijos… ok, eso tampoco. Pero ganas no me faltaron.

Y todo fue re rápido. Me mandó a hacer un exámen de sangre para tener todos los documentos necesarios a mano (burocracia pura). El enfermero que me tocó era como el pico y me dejó llena de agujeros, pero bueno. No fue peor que lo que vino después…

CONTINUARÁ

*cornetes= glándulas que secretan mocos. Las mías eran gigantes, ni se lo imaginan.